No pretendo inventar el hilo negro ni nada por el estilo, el presente ensayo ha sido un reto puesto que para poder entrar de lleno en él he tenido que dejar de lado lo aprendido en mis años de escolapia, en relación a lo que Derecho se refiere y quizá a todo lo demás. Quisiera indulgencia por parte del lector, puesto que mi enfoque será el derecho visto por los ojos de un niño , que aun cuando en muchos sentidos suelen ser muchos mas sabios, por regla general los adultos tienden a no valorar sus observaciones por considerarlas carentes de fundamento y criterio, lo cual me parece un acto totalmente reprobable, pues no hay juez más incisivo, ni indulgente que un niño (cosa que en el caso de los adultos no puede darse al mismo tiempo).
Vamos a suponer por un instante que somos menores de 6 años y que nuestra concepción del mundo se circunscribe a satisfacer nuestras demandas en el aquí y el ahora, poco importa las pretensiones de esos latosos adultos con sus faltas de tiempo y sus correteos interminables, tampoco importa lo que ellos pretendan que hagamos o dejemos de hacer y es justo aquí donde debo entrar en materia; digamos pues que si se me preguntaran las siguientes cuestiones estas serían mis respuestas:
¿Qué es el derecho? diría que es todo aquello que me exigen que hagan aún cuando yo no quiera hacerlo ni en el momento, ni en el lugar, ni en la forma en la que se me esta pidiendo que se haga. Vamos que es una fastidiosa cantaleta por parte de los adultos de la cual quisiera escapar sin poder hacerlo.
La siguiente cuestión crucial es ¿por qué razón debe ser obedecido?, aquí tengo dos respuestas, la primera porque el adulto latoso así lo impone, situación en la que no se me realizo consulta alguna y la segunda porque de algún modo en ciertos casos, seguir las reglas me mantiene a salvo de accidentes y situaciones desagradables.
Paso a la siguiente cuestión que de cierta forma ya resolví en el párrafo anterior, ¿por qué las exigencias de los adultos (normas "normas jurídicas dentro de la presente analogía") deben tener observancia?, por las consecuencias, aún cuando a mi no me guste en muchos casos el obedecer una orden directa del adulto, me puede evitar cuestiones peligrosas o delicadas, pero no por ello disfruto seguirlas y en más de una ocasión intentaré romperlas; porque no estoy de acuerdo con la orden cuando va en contra de mis intereses y claro que intentaré no cumplirla.
¿Quien le da el poder a los adultos de mandarme?, ellos mismos, pues en ningún momento me preguntaron si yo quería o no seguir sus reglas, aún cuando por medio de la convivencia se ha ido estableciendo quien tiene el control y quien no. Creo que esto se debe a que ellos son mas grandes y fuertes que yo, aún cuando manifiestan que también tienen mas conocimientos y experiencia, lo cual según ellos les da y les sobra, para pedirme que haga o no haga todo aquello que ellos consideran correcto; aunado al hecho de que si no reacciono como ellos plantean, muy probablemente me haré acreedor a una sanción.
La siguiente cuestión es ¿cómo se solucionan los conflictos? muy sencillo, cuando yo quiero algo y lo quito a la mala, a mi me lo quitan y lo regresan a su primer poseedor y viceversa; si agredo se me sanciona, pero si me agreden se me consuela; en este sentido la intervención es pronta y el juicio no existe, normalmente un par de preguntas y se da la solución momentos despúes.
Esta pregunta es un poco difícil, ¿cómo influyen otras circunstancias las reglas de los adultos? depende, en sentido de dinero normalmente se ponen o más permisivos o más exigentes, según haya o no dinero, también su forma de reaccionar es diferente cuando lo hay pues están como de mejor humor, que cuando no. Lógicamente obtengo muchos más beneficios cuando lo hay, aunque tampoco se ven muy restringidos cuando no, tratándose de las cosas básicas que no necesariamente son las que a mi me parecen importantes, como es la escuela o la comida, a mi me gustaría que no se escatimara en diversiones pero en eso, sí que se miden.
Otra de las cosas que influyen es por ejemplo cuando los adultos están con otros de su misma edad, en esos casos siempre me mandan a otra parte, no se me permite participar, pues dicen que no son pláticas en las que yo deba estar presente, pues no tengo la edad para ello. Y a veces me dejan tomar decisiones, aunque en las que si me gustaría decidir no se me consulte, como por ejemplo si quiero hacer la tarea o no, si quiero ir al colegio o no, me preguntan que quiero comer o cosas como esas, donde es muy poco mi nivel de elección. Porque aparte, está amañada la pregunta pues como en el caso de la comida no me dan opciones de golosinas, sino entre una sopa u otra y a veces siento que eso es injusto.
¿Cuál es el verdadero trabajo de los adultos (operadores jurídicos) en relación conmigo niño menor de 6 años?, enseñarme a distinguir entre lo bueno y lo malo, darme el criterio para ver mas allá de los lineamientos, que ellos simple y arbitrariamente establecen que deben ser seguidos a pie juntillas, que no se la pasen explicándome el por qué de la maravilla de sus instrucciones, para mostrarme que ellos se comportan como esperan que yo me comporte, dándome seguridad para que mi actuar no implique riesgo alguno, ni ponga a los demás en esa situación, demostrándome que el respeto mutuo es la base de una vida armónica y que el compromiso conmigo mismo sea siempre lo primero.
La última cuestión que elegí responder creo que es muy compleja, ¿será posible una sociedad sin derecho? Si se cumplen las pautas del párrafo anterior, en el sentido de que todos y cada uno se hicieran responsables de su actuar, sabiendo que una inconsistencia en el mismo generaría conflictos, automáticamente sería reprimida por el actor y si las conductas que generan conflictos no se presentan, tampoco requieres de quien regule las relaciones y mucho menos sanciones. Todo ello se debe dar con base en el compromiso social, esto que estoy planteando puede sonar utópico y primitivo (tribal), pero es eso, no una mente colectiva funcionando como tal, más bien, la conciencia de uno en el mundo y entender que no estamos solos, que compartimos tiempo y espacio con los demás, que debemos respetarnos y estar comprometidos a hacerlo.
Los conflictos siempre están latentes, pero si en lugar de tratar de imponer nuestras necesidades hiciéramos un consenso de las necesidades de las dos partes, no requeriríamos de un tercero que nos invitara a hacerlo y en caso de no lograrlo obligarnos a ello. Puesto que nosotros lo haríamos por gusto y sobre la base del compromiso mutuo, que a mayor escala sería general.
En fin, este es mi muy particular punto de vista y es un análisis que sobra decir no es ortodoxo, probablemente para algunos hasta una pérdida de tiempo, pero de verdad que no hay palabras más sabias que las pronunciadas por un infante, ni ojos más certeros para ver la verdad.
Sin duda alguna, cuando somos infantes la vida es como tendría que ser, arreglar cualquier discusión sin llegar a la violencia o las sanciones. Pero crecemos y las conductas de los adultos comenzamos a imitarlas por los diversos interese que nos mueven.
ResponderEliminarEl convivir sin derecho yo no lo veo como una utopía, con ello no quiero decir que no deban existir normas o parámetros que respetar, sin embargo en una sociedad que contara con una comunicación amplia y tolerancia, sin duda alguna sería mejor.